2017 | CENTRO ANTARTICO INTERNACIONAL

CAI – Centro Antártico Internacional

El proyecto aspira a que todos los elementos que componen el CAI, técnicos y naturales, científicos y culturales sean visibles y claros tanto para los usuarios del edificio como para los habitantes de Punta Arenas, funcionando como referencia para el posterior desarrollo urbano del área y como un espacio público en torno a la investigación, educación y la divulgación de la ciencia antártica. Cómo dice el título de un célebre ensayo de Bruno Latour: “Dadme un laboratorio y moveré el mundo”.

Arquitectos:
UMWELT (Scheidegger & García Partarrieu), Tomás Villalón, Nicolas Norero, Natalia Sporke

Colaboradores:
Leonardo Quinteros, Andrea Fuentes, Fernando Torres.

Tipo:
Concurso

Ubicación:
Punta Arenas, Magallanes, Chile

Cliente:
Dirección Regional de Arquitectura Magallanes y Antártica Chilena del Ministerio de Obras Públicas

Ingeniería estructural:
Osvaldo Peñaloza

Superficie proyecto:
23400m²

Programa:
Laboratorios e investigación, edificio administrativo,
centro/museo interactivo, área logística

Año proyecto:
2017

Por su ubicación, escala y ambición, un edificio de estas características, supone inevitablemente tanto una operación arquitectónica como urbana.

El sitio (y su entorno inmediato) se encuentra literalmente en la punta de Punta Arenas, donde sus principales cualidades son la vista hacia el Estrecho de Magallanes y su relación de continuidad con la costanera pública. El resto, no es más que una tabula rasa esperando a los primeros colonizadores.

Por lo mismo, el centro debe funcionar como bisagra entre las escalas y programas de la ciudad, la zona industrial, la vastedad del paisaje marítimo y el continente antártico. En este contexto, ¿Cómo materializar un nuevo símbolo capaz de aglomerar a todos los ámbitos y actores que convergen en el proyecto (Punta Arenas – Antártica – INACH – Complejo Científico Internacional – Museo Público)? Y sobre todo, ¿Cómo hacerlo sin caer en metáforas simplistas y reductivas?

Para lograrlo el edificio adquiere una forma fuerte pero imprecisa y abierta a la interpretación. Un ensamblaje entre infraestructura industrial, estancia magallánica, jardín de invierno y base antártica.

Formal y programáticamente este se compone del cruce de una serie de cajas/torres que atraviesan y sostienen una gran placa elevada a 5 metros del suelo. Cada una de las cajas/torres acoge un tipo de programa específico: oficinas administrativas, salas de exposición, auditorio y bosque antártico. Esta organización general mediante un ensamblaje de partes permite distintas maneras de relacionarse entre ellas a la vez que mantienen su independencia en términos programáticos e incluso constructivos.

En la placa suspendida se sitúan los laboratorios, organizados por secciones dentro del total. Gran parte de ellos tienen una vista ininterrumpida sobre el estrecho de Magallanes. El interior, según las necesidades de cada laboratorio, tiene distintas alturas, iluminación natural y patios.

Las cajas/torres se ubican de la siguiente manera en sentido norte-sur. Al norte se ubican los recintos con mayor requerimiento lumínico: las oficinas y el bosque antártico, conectados directamente con el bosque exterior y los estacionamientos Luego, en el centro las salas del museo y finalmente al sur, el área de difusión, con el auditorio en una conexión directa con aquellos que llegan desde la ciudad.

En planta baja, acompañando a la costanera, la placa crea una serie de espacios exteriores resguardados de las condiciones climáticas (viento y lluvia), sobre el nivel de calle, y que funcionan como plazas y accesos protegidos a los espacios interiores climatizados. En el interior el recorrido se organiza por medio de una gran calle iluminada naturalmente por los bordes y por el bosque antártico: dos espacios públicos climatizados que funcionan como espacios de amortiguamiento térmico y se suman a los ya existentes en la ciudad y cuya escala permite que sean usados para distintas actividades. En el interior del bosque antártico, elevado a 10 metros del suelo, se encuentra un observatorio que permite la visión de todo el entorno.

La maquinaria logística necesaria para el funcionamiento del complejo se entierra en un subterráneo compacto de 1000 metros cuadrados con acceso propio, permitiendo independencia pero minimizando las excavaciones en el terreno.

Tanto el edificio como el resto de la urbanización se organizan mediante una grilla de 7.5m, sub-divisible en módulos de 3.75m y 2,5m y que abarcan desde la estructura hasta los estacionamientos, desde el área logística hasta posibles adiciones posteriores. Esto, permite pensar la materialización del proyecto de manera rápida y eficiente por medio de una serie de estructuras prefabricadas de acero complementadas con grandes cajas de hormigón armado, incluso realizable en distintas fases en el tiempo.

Finalmente, si bien la organización del conjunto se pensó para aprovechar de la mejor manera las condiciones climáticas locales, maximizar las oportunidades de ganancia térmica solar, protección contra vientos predominantes y zonificación interior para mayor control térmico, esto se complementa con la utilización de energías renovables incluyendo aerogeneradores en toda el área exterior de bosque y estacionamientos, paneles solares en las áreas con mayor exposición solar en la cubierta y recolección de aguas lluvias para riego de la vegetación interior: el edificio como una máquina autosuficiente.